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Arquetipo: La que fue silenciada, la que observa todo, la que guarda la palabra que quema, hasta que un día la libera.
Salvia
Limpia memorias, abre la palabra dormida, protege el campo energético.
Romero
Clareador mental, da valor para hablar, fortalece la expresión.
Jazmín
Devuelve la dulzura y la seguridad interior para mostrarse.
Cedro
Sostiene la firmeza y la presencia desde la raíz.
Diluido en Aceite Portador (Aceite de Jojoba).
Uso: roll-on en muñecas, cuello, garganta, centro del pecho. Uso diario o ritual.
Propiedades dermatológicas:
Antibacteriana y antiséptica: ideal para pieles con impurezas o tendencia acneica.
Reguladora del sebo: útil en pieles mixtas o grasas.
Cicatrizante leve: ayuda a regenerar pequeñas marcas o imperfecciones.
Estimula la microcirculación: revitaliza la piel apagada o cansada.
Antioxidante: ayuda a prevenir el envejecimiento prematuro.
Antiséptico: combate impurezas leves, puntos negros y acné.
Tonificante: reafirma tejidos, especialmente útil en el cuello y escote.
Hidratante y suavizante: ideal para piel seca, sensible o envejecida.
Regenerador celular: ayuda a mejorar la elasticidad y la luminosidad.
Calmante emocional y cutáneo: alivia pieles reactivas o con enrojecimiento por estrés.
Astringente suave: útil en piel grasa o con poros dilatados.
Antifúngico y antiséptico: limpia profundamente sin irritar.
Calmante: perfecto para pieles masculinas o piel con tendencia a inflamarse.
Esta sinergia ofrece:
Efecto revitalizante y tonificante (romero + cedro)
Regulación del sebo (salvia)
Hidratación y suavidad emocional (jazmín)
Protección y frescura sutil, sin saturar ni dejar película pesada en la piel
Uso facial localizado (zona de cuello, garganta, escote)
Como perfume emocional + tratamiento suave para piel delgada o estresada
En rituales de palabra, canto, voz, expresión y autoafirmación
Despertar la voz que fue callada por miedo, trauma, juicio o supervivencia. Activar la expresión genuina, el canto, la palabra como medicina.
“Fui moldeada en el silencio.
Aprendí a leer los gestos antes que las palabras.
Guardé mi voz por años…
pero ahora arde.
No grito. Canto.
No hiero. Digo.
No pido permiso.
Mi voz es sagrada.
Y vuelve.”
Aplicá el aceite en la garganta, muñecas y corazón.
Cerrá los ojos y escuchá el silencio dentro tuyo.
Preguntate:
¿Qué palabra o verdad aún no dije? ¿A quién se la debo? ¿A mí?
Escribí sin filtro por 5 minutos o hablá frente a un espejo.
Sellá el ritual cantando una nota libre o susurrando:
“Mi voz es mía. Mi voz vuelve.”